Javier Mosquera: “Un escritor vive para que lo lean”

(Por: Silvia Victoria Ramírez/XG)

Javier Mosquera Saravia, escritor de cuentos, poemas y novelas, nació en la Ciudad de Guatemala en 1961, licenciado en letras de la Universidad del Valle, actualmente divide su tiempo entre su trabajo como empresario y la escritura.

Una copa de vino blanco, un jugo de naranja y el ambiente tranquilo del restaurante en una librería, acompañaron la siguiente entrevista con un personaje de barba canosa y hablar tranquilo. 56 años de la vida de este escritor y su trayectoria se pueden ver reflejados en estás respuestas durante una conversación de 40 minutos donde más que un interrogatorio, se convirtió en un intercambio de experiencias, sentimientos e ideas. Con sus libros en la mano y un peculiar sombrero se encontraba sentado ordenando un verdejo, esos lentes redondos que le caracterizan a todo escritor pintaban una escena donde no se necesitaba más que un papel y un lápiz. Mosquera creció rodeado de libros y discos de los Beatles, a muy temprana edad militó en organizaciones revolucionarias y se enfrentó a la realidad de la persecución política por un país que se encontraba en conflicto, lo cual le llevó a vivir 10 años alejado de su tierra y refugiado en una patria cercana, México.

¿Cuál es su inspiración para escribir?

Depende de cada libro, la inspiración varía. Pero en general mis fuentes de inspiración son tres: primero las experiencias que he vivido. No digo con esto que mi obra sea autobiográfica, sólo que algunas de las cosas que me han pasado se reflejan en mis textos. También escribo de lo que han vivido algunos amigos o conocidos. La segunda es Guatemala. Yo creo que, con abrir un poco los ojos, este país ya da de que hablar. Lo que sucede aquí parece surrealista. La tercera son los sueños. Muchas veces escribo cosas que soñé, esas son las tres grandes temáticas que me inspiran.

¿Cuál es la postura política de un escritor?

Ese es un viejo debate. ¿Un artista se debe comprometer políticamente o no? Cortázar, por ejemplo, decía que una cosa es la política y lo que se piense y otra cosa es lo que se escribe. En general, yo considero que uno no debe hacer arte para hacer política. El arte es independiente. Yo profeso ideas de izquierda y participé en movimientos revolucionarios, lo que se ve reflejado en mis libros, pero la intención de mi escritura no es hacer política, sino crear belleza. Mi escritura es un compromiso estético.

¿Prefiere escribir cuentos, novelas o poemas?

Yo soy narrador y no me considero poeta. He escrito poesía, sí, pero no suelo decir que soy poeta. Me gusta mucho escribir cuentos, aunque también escribo novelas. En estos momentos estoy terminando una novela. En resumen, puedo decir que soy narrador más que poeta.

¿Cómo se enfrenta ante el reto de la página en blanco?

Sinceramente, eso nunca ha sido un reto para mí, porque yo nunca me siento a escribir sin tener una idea de qué voy a escribir. Por ejemplo, mi último libro de cuentos, “Una manzana peligrosa en el último día perfecto”, nació de una recolección de ideas que fui acumulando por casi año y medio. Cuando tuve suficientes, me senté a escribir los cuentos que resultaron de esas ideas. Un cuento lo escribo cuando ya sé el final, a dónde va a llegar. Una novela, en cambio, la escribo en base a la construcción de personajes y situaciones. Nunca me siento delante de una página en blanco sin saber qué voy a escribir.

Sabemos que fue nominado en 2011 como uno de Los 25 secretos mejor guardados de América Latina por la 25.ª Feria Internacional del Libro de Guadalajara ¿Que significo eso para usted?

Primero una sorpresa. Yo ni me imaginaba que me iban a nominar. Estoy agradecido, porque pudieron haber elegido a cualquiera. Es un reconocimiento importante. Me ha servido y me ha abierto puertas. Pero el mejor reconocimiento que yo quisiera es tener muchos lectores. Eso es muy difícil en un país como éste. Aquí cuesta que te lean. Este tipo de reconocimientos se agradecen, pero más se agradecería que se conocieran mi obra, porque un escritor vive para que lo lean.

¿Cómo considera que se da la competencia de nuevos escritores con escritores antiguos?

Ojalá hubiera competencia con los jóvenes, porque es muy difícil que alguien con menos de 30 años publique. En todo caso, ojalá hubiera mucha gente que publicara, que escribiera y que lo hiciera muy bien, por vocación y no por la fama. Ahora se publica mucho en medios electrónicos, los jóvenes suelen hacerlo. Para empezar en el oficio está bien, pero creo que sólo quien publica en papel puede llegar a ser escritor. Es una cuestión de trascendencia. Un libro impreso tiene ISBN y eso significa que existe en el mundo entero. Un blog es demasiado efímero.

¿Qué otros proyectos tiene a futuro como escritor?

Para empezar, que me sigan publicando y no sólo aquí. Tengo la ilusión de publicar algún día en una editorial internacional. Y sobre todo, seguir escribiendo. Mucho. Siento que cada vez me queda menos tiempo para hacerlo, porque los años pasan.

¿Podríamos decir que su mayor sueño es trascender y tener más lectores?

Yo no diría que es mi mayor sueño, pero sí es el paso que me falta. Aquí en Guatemala ya publiqué y tengo un público que me lee. Pero quiero dar el siguiente paso, aunque nadie garantiza que lo pueda lograr. Lo que quisiera, como una especie de reivindicación gremial, sería vivir de mi profesión, que el oficio de escritor me ofrezca los medios para vivir decentemente. En Centroamérica el escritor más famoso, probablemente, es el nicaragüense Sergio Ramirez. Creo que ni siquiera él vive de sus libros ¿Por qué un escritor no puede vivir de su profesión?

¿Cómo fue el cambio de profesión de informático a escritor?

Un alivio, aunque nunca dejé de ser escritor, sólo pospuse la escritura. La programación es una profesión más fácil que la escritura, porque es mecánica. Me puedo pasar 10 horas resolviendo un problema de informática, pero no puedo escribir 10 horas seguidas. La escritura es diferente, es un asunto creativo y esa labor es sumamente desgastante.

¿Cómo cambio su vida irse del país a México luego del secuestro de su amigo?

Yo me fui a causa de la persecución política. Fue muy duro ser arrancado de mi casa, sin la posibilidad de regresar. Tenía 19 años. Aunque el irme abrió mis ojos al mundo. Yo soy de la idea que todo guatemalteco debería vivir fuera mínimo 6 meses, así vería a Guatemala desde otra perspectiva, aprendería que somos un pueblo pequeño, casi una aldea, eso no quiere decir que terminaríamos despreciando a nuestro país. Al contrario, aprenderíamos a quererlo y a valorar lo que tenemos. Yo estoy considerando volver a tomar distancia, uno de mis sueños es vivir en la tierra de mi abuelo, Galicia. Espero poder hacerlo el año entrante.

¿Por qué decidió regresar a Guatemala luego de 10 años?

La presión de mi familia fue muy grande. Además, extrañaba Guatemala. El problema es que, al poco tiempo de regresar, me arrepentí un poco. Uno cree que regresa al mismo lugar del que salió, pero ese lugar ya no existe. Las personas cambiaron, las calles cambiaron, uno mismo cambió, tanto que se siente extranjero en su propio país. Comparar México DF con Guatemala no es buena idea. Pero debo ser sincero. Si me hubiera quedado en México, no hubiera sido escritor, en una ciudad de 20 millones de habitantes ser escritor es muy difícil.

¿Cómo cambió su vida la muerte de sus padres y otros seres queridos?

Lo de mi padre fue terrible. Yo tenía 19 años y a esa edad nunca se espera que se te muera el padre y menos en un accidente automovilístico. Eso fue un quiebre en mi vida. La muerte de mi madre fue diferente, pero igual de dolorosa y difícil. En el fondo, perder a los padres nos hace evidente que somos los próximos en la cola, por así decirlo. Mueren los abuelos, luego los padres y… después nos toca a nosotros. Enfrentarse a esa realidad es muy duro.

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