(Por: Romeo Escalante)
Recordando experiencias, reviviendo eventos pasados; A mi cabeza vienen imágenes de personas que he conocido y las que me falta por conocer.
Lo pequeño del mundo y lo grande que se vuelve cuando se extraña a alguien.
La decepción causada por un fracaso amoroso y la esperanza que regresa al conocer un nuevo
amor que como si de un milagro se tratara me ha hecho confiar de nuevo en la posibilidad de involucrar de nuevo el corazón.
El placer del encuentro carnal.
La única vez que sentí estar enamorado así como la única vez que sufrí por amor.
La familia, los amigos, el trabajo, si estoy satisfecho con lo que hago con mi vida y lo que estoy haciendo para que lo que viene sea mejor… lo que el futo me depara.
Si alguien me extraña, si alguien piensa en mí.
En parientes, que por situaciones ajenas que fácil se salen de las manos de cualquiera, han tenido que buscar otra vida lejos de los suyos.
Buscar formas de vengarme de quien me ha lastimado, satisfacer oscuros pensamientos, o perdonar, olvidar y dejar todo atrás…
Son algunos pensamientos que con facilidad irrumpen en mi mente cual si estruendo fueran al escuchar la lluvia caer estrepitosamente sobre el techo de mi casa, una lluvia densa que desde la ventana de mi habitación suelo confundir con sentimientos que caen y se inundan en amargura y desespero por querer salir a luz, una lluvia que empapa todo a su paso incluso pensamientos que luego se despejaran con el aire que la lluvia misma acarrea, pensamientos que abarcan tres cuartos de la capacidad de mi cerebro mientras el resto se llena de interrogantes que con el trajín de la vida poco me detengo a analizar.
Por ejemplo el porque de las cosas, el porque del actuar de los seres humanos, el porque de la insensibilidad que se refleja en las personas al valerse de un puesto, titulo o posición económica para sentirse mas indispensables que el resto del mundo.
Lo egoístas que podemos llegar a ser al no conmovernos por la desgracia ajena y al no importarnos también las consecuencias de no cuidar el medio ambiente.
La cobardía de no enfrentarnos a las grandes industrias mineras, empresarios y políticos que ven a nuestro país como un tesoro que debe ser saqueado y con ello dejarnos sin recursos para invertir en una educación que a ellos no les conviene que tengamos porque un persona preparada conoce sus derechos y obligaciones y por que una persona preparada exige lo que le corresponde por el simple echo de pertenecer a una nación tan rica en recursos naturales, minerales y económicos.
Pues con la ridiculez y la locura con la que suelo caracterizarme, decido nombrar a esta situación como “El efecto lluvia” por que no hace falta nada más que una tarde lluviosa que se hace aún más interesante si se acompaña con la soledad misma para estremecer sentimientos que van fluyendo como consecuencia de un pasado retenido o la absurda ansiedad de un futuro que incertidumbre será hasta el momento de llegar a el.
Este efecto del que nadie niega haber disfrutado y que si una vez se intento renegar de el ha vuelto atraído por una voluntad frágil que al final termina cediendo a una insaciable necesidad de dejar escapar recuerdos, rencores y hasta cuestionamientos sobre el origen de la vida misma, incluso llegando al puno de poner en tela de juicio lo que somos y lo que deberíamos ser según una sociedad torcida que impone parámetros y restringe lo que realmente queremos ser, cuestionando a una sociedad que juzga, señala y tacha de impropio lo que esta fuera de sus reglas; reglas que pretenden que obedezcamos al cien por ciento y con ello mantenernos al margen de una inminente revolución en contra de los mas poderosos.
Esta lluvia que si bien me hace naufragar en aguas filosóficas también me lleva a una trágica caída libre al abismo de la depresión cuando no logro manejar situaciones que involucran sentimientos propios y de terceros como el echo de recibir un rechazo, un desprecio, una traición o un no como respuesta en cualquier aspecto de la vida.
Ya cansado por la larga travesía llego por fin al sendero soleado y despejado que busca alcanzar el paraíso de los recuerdos, conocimientos y las explicaciones a preguntas que han ido disolviéndose de nuevo en el recipiente del “no me importa” solo me quedo anhelando que mi amiga la lluvia regrese pronto para envolverme de su imprescindible efecto del que me dejo llevar hasta que se desvanece en un clima cálido y claro como el que desde mi ventana ya logro divisar.